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TERCER OJO

"Estuve siempre como mirando desde una especie de tercer ojo cómo se daban las relaciones interpersonales, en mi familia, primeramente, yo siendo la más chica con hermanas diez y trece años más grandes que yo y padres que eran como mis abuelos. La falta de comunicación, la soledad y el hecho de ver cine que no debía para esa edad me cambiaron para siempre, no pude ser más niña, la tristeza me había penetrado hondo, y ni siquiera era adolescente, sólo una niña que no tenía ningún tipo de comunicación con su familia, una hermana no muy buena conmigo, ya que la cantidad de años que nos llevábamos hacía difícil la comunicación. La otra se fue de casa, la vi poco pero la quería más. Fueron años en que decidí que no iba a luchar más por encajar, era demasiado difícil, doloroso, y humillante. Me encerré en mi cuarto, comencé a escuchar música que nunca pude olvidar, se me erizan todos los pelos de la piel, siento una gran soledad y ganas de conocer el mundo, creyendo que éste era amigable. Después de irme, drogarme hasta no poder más, vivir situaciones violentas de diferentes tipos, relaciones violentas, sexo violento, y luego vacío enorme e intenso, volví: volví a mí a mi ser, a respirar, a creer, el corazón el fuego interior, mi luz. Tiene que haber alguna luz en algún lado, siempre fue complicado, durante un tiempo y es tal vez donde más me pude desarrollar como artista en diferentes áreas. Se calmó mi tormento habitual. Por un momento, creí que había pasado, que ya no lo iba a volver a sentir, pasaron algunos años, pude experimentar algo similar a la felicidad… O al menos al concepto que tenemos de ella. Crecí, pasaron los años y volvió con más fuerza que nunca: el miedo, el vacío, la depresión insoportable, el no comer, el no dormir, el hecho de querer morir, pero no poder, pero no saber cómo, pero no sabés porque ese impulso, tal vez la soledad tan intensa que te hace sentir esta historia del trastorno maniaco depresivo, es decir bipolaridad. A mis 29 años con tratamiento que conlleva una serie de estabilizadores, para recuperar la falta de litio que tengo en la sangre que es lo que produce finalmente este trastorno horrible y estúpido, y doloroso, pero a la vez de mentira, pero no sabes cómo salir de ese engaño que te hace tu propia mente, debo decir que los fármacos me ayudan a producir, a no dormir en mi cama por tres días o más. El tema no es muy alentador, pero no soy un cúmulo de dolor, soy también feliz, y me río y amo casi todo lo que veo: los animales, la música, puedo ver lo que hay detrás de tus ojos, porque siento más de lo que pienso. Siento tu energía en general, a veces me asusta, otras no, lamento que estos estados sean tan alterados, las dosis son difíciles de encontrar, pero aún sueño… no con encajar, sino con que encajen conmigo también, hagamos el esfuerzo ambos, porque valgo la pena. Digo, valemos la pena, a la paciencia la necesitamos, somos así porque muchos crecimos solos, porque no nos tuvieron paciencia de niños, porque ya nos deprimíamos a esa edad. Porque no sé, tal vez teníamos que trabajar o lidiar con violencia familiar, por eso, si yo pido paciencia y comprensión del otro lado, de algún otro, del otro lado del océano, del otro lado del vidrio, del charco, del otro lado de la supuesta normalidad y lo que debemos hacer para ser funcionales a este mundo para nada sano, pero sin embargo lleno de árboles y luz solar."

Juli Pereyra - Juls Ilustraciones


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